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miércoles, 21 de noviembre de 2012


Scrooge, nunca celebra la fiesta de Navidad a causa de su solitaria vida y su adicción al trabajo. No le importan los demás lo único que le preocupa es ganar dinero.
Una noche, en víspera de Navidad, Scrooge recibe la visita de un fantasma que en su día fue su mejor amigo y su socio el señor Jacob Marley, que le cuenta que, por haber sido codicioso en vida, ahora debe llevar una larga y pesada cadena por toda la eternidad. Le dice a Scrooge que su vida es ya tan malvada que cuando muera, tendrá que llevar una cadena mucho más larga y pesada y le anuncia la visita de tres espíritus de la Navidad, que le darán la última oportunidad de salvarse, pero Scrooge, con su famosa exclamación ¡¡paparruchas!! no se asusta y piensa que todo ha sido una pesadilla.
Esa noche aparecen los tres espíritus navideños: el del Pasado, que le hace recordar su niñez y su juventud llena de alegría y esperanza, después aparece el fantasma de Presente que le muestra como es su vida y la de los que le rodean y le hace ver la vida de su empleado Bob Cratchit que a pesar de ser muy pobre y tener un hijo muy enfermo (Tim), celebra con mucha ilusión la Navidad.
Por último, aparece el Espíritu del Futuro, de carácter oscuro y le muestra el destino de los avariciosos, su casa saqueada por los pobres, la muerte de Tim Cratchit y lo peor: su propia tumba. Ante ella Scrooge llora amargamente y le jura al espíritu que va a cambiar.
Al final, despierta de su pesadilla y se convierte en un hombre bueno, generoso y cariñoso que celebra la Navidad a lo grande, invitando a todos a los que había maltratado, incluso cena con su sobrino Fred al que tenia apartado de su vida, a su empleado Cratchit le da aumento de sueldo y le ayuda a curar la enfermedad de Tim. El libro termina con la famosa frase del pequeño Tim “Que Dios nos bendiga a todos”.








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